La salud es un derecho universal. Por tanto, ¿cómo se explica que un tercio de la población mundial no tenga acceso siquiera a los medicamentos más esenciales? El documental El medicamento: un derecho secuestrado lo deja bien claro: la culpa es de un sistema perverso de investigación, desarrollo, regulación y comercialización de los medicamentos promovido por las grandes compañías farmacéuticas. En los países desarrollados en los cuales existe un sistema público de salud, el acceso a la atención sanitaria y a los medicamentos está garantizada, no obstante, hay muchos lugares del mundo donde eso es un lujo que la mayoría de las personas no pueden permitirse. La situación se agrava cuando se habla de enfermedades crónicas o incurables y de auténticas pandemias, como el caso del SIDA en África, una enfermedad con tan mala fama que, además de la salud, puede costar el trabajo, la familia y los amigos, tal como nos explica Mimi, la joie. Las mujeres ceropositivas son doblemente discriminadas en África: por el estigma de la propia enfermedad y por la mala suerte de haber nacido mujer. De esa forma, la salud se convierte en otro flanco de lucha por la igualdad de género. El vídeo de Intermón Oxfam Nicaragua: Mujeres y acceso a la salud en el ámbito rural nos habla desde realidades como la de la alta mortalidad materno-infantil, con frecuencia debida a infecciones de transmisión vertical (madre-hijo). Esto hace que sean muy bienvenidos los programas de capacitación desarrollados para mujeres en los centros de salud de las comunidades rurales. Sin embargo, ellas van un paso más lejos: la salud familiar no debe ser competencia únicamente de las madres, sino de toda la familia, con el fin de que todos puedan responsabilizarse plenamente de su salud y la de los suyos, en un ejercicio de autoestima y empoderamiento.